Octava Crónica: Transferencia Esencial
Demantus, cerrando los ojos, se llenó de la energía de su entorno, filtrándola en si mismo, llenándose de la deliciosa esencia de vida que emanaba de los seres vivos que lo rodeaban. Al abrirlos, Demantus lanzó sus brazos en dirección del pequeño árbol que Delvan había señalado anteriormente, el cielo nublado resaltaba el color verde de la energía que brotaba del joven hechicero. El árbol comenzó a crecer de manera desmesurada, su tronco, y sus ramas se ensancharon, sus hojas gruesas, ahora de un color verde intenso, proyectaban una profunda sombra sobre ambos hechiceros. Lo que antes había sido un frágil arbolito era ahora un enorme y robusto árbol, majestuoso, imponente y rebosante de vida.
-Excelente Demantus.- dijo Delvan orgulloso. -Lo mismo sucede con energías de diferentes tipos y lugares, puedes traerlas a ti aunque no estén en tu entorno inmediato. Tal vez sea exigirte demasiado, pero tengo fe en ti. Quiero que te concentres en un volcán, imagina su lava, su humo, la negra piedra de la que está hecho, y los traigas aquí, en medio de este bosque.-
La mente de Demantus se alejó del tranquilo bosque en el que él y su maestro se encontraban y transformó su visión mental en un enorme volcán, sentía el calor en su piel, percibía el aroma sulfúrico de una explosión, pero más que nada sentía la energía entrelazarse con la esencia del bosque. Al abrir los ojos centró toda su energía y su concentración en un área pequeña del bosque, dejando fluir la esencia del volcán fuera de él. El verdor del pasto comenzó a ser reemplazado por negra piedra volcánica, la fértil tierra del bosque se abrió, liberando chorros de lava y columnas de ceniza. Exhausto, Demantus se tambaleó, apoyándose en el hombro de Delvan.
-Lo lograste Demantus.- dijo Delvan con asombro. -En nuestra siguiente lección aprenderás a mandar esa energía a través de los planos.-