jueves, abril 17, 2008

Décimo Tercera Crónica: Belmar II

-Nuestra ventaja no yace en nuestros números. ¡Nuestra ventaja yace en nuestro valor!- dijo Nameloth a su ejército. -El día de hoy peleamos para protejer nuestras ciudades, y eso seguiremos haciendo hasta que ese tirano sediento de sangre sea detenido, o la muerte nos reclame. Aprovechen su ventaja soldados, ¡la victoria yace en el valor!
Por Teluria, ¡SUENEN LA CARGA!-

El sonido de los cuernos y los tambores retumbó a la par de la marcha de la Alianza.
La marcha de ambos ejércitos se transformó en una carrera. En plena carga los druídas dieron la primera sorpresa de la batalla, sus cuerpos crecieron en una explosión de músculos, garras y dientes al transformarse en enormes hombres oso. Inmediatamente hubo una reacción en la formación Krathiana, Norgrod y sus más fuertes hombres cargaron hacia ese flanco, escoltados por un par de los golems de Davath.
Los hechiceros, montados en enormes águilas, grifos, hipogrífos, serpientes aladas y demás crituras conjuradas, emprendieron el vuelo para montar una ofensiva aérea.
La segunda sorpresa vino de uno de los más grandes poderes del ejército Krathiano, el poder de manipular la realidad. Muchos de los hombres de Kerath comenzaron a correr por el aire, con la naturalidad con la que correrían por una colina inclinada.

Los arqueros Krathianos, en plena carrera, disparaban diestramente, sus flehcas rompían el aire para después romper piel y músculo. Davath y sus hechiceros lanzaban grandes bolas de fuego y roca incandescente, las cuales se estrellaban contra paredes de energía azul conjuradas por los poderosos hechiceros de la Alianza.


Los dos ejércitos finalmente chocaron.
La colisión fue tan sangrienta como Kerath la había imaginado, los golems de Davath detuvieron la primera línea con toda violencia, golpeando con sus enormes extremidades de piedra y razgando con las flechas envenenadas imbuídas en ellos.
Norgrod saltó al encuentro de los licántropos, pateando con ambas piernas a uno en el pecho. La fuerza del impacto fue tal que el enorme animal salió despedido, rodando en el suelo. Norgrod se incorporó rápidamente y golpeó a otro licántropo con su mazo, rompiéndole el cráneo. Con fuerza desmezurada los licántropos contraatacaron, razgando las armaduras de los hombres de Norgrod y transformándolos en tiras sangrientas de carne. Cuando golpeaban, sus enemigos se deformaban bajo el poder de sus golpes, e incluso el acero de sus armaduras cedía ante sus poderosas mandíbulas.

Los oponentes de Felzar titubearon un segundo antes de la colisión. A sus ojos sus oponentes eran horribles monstruos descarnados, de dientes afilados y ojos llenos de fuego que chorreaban sangre. La ilusión conjurada por Felzar fue suficiente para que la infantería Krathiana tomara ventaja, derramando la sangre del enemigo sin piedad. Felzar y sus hechiceron seguían de cerca el avance de las tropas, reanimando los cadáveres de ambos bandos para pelear del lado del Señor Oscuro. Estos nuevos soldados eran considerablemente menos diestros con las armas que cuando estaban en vida, pero la mágia oscura que los animaba los llenaba de malicia y sed de sangre; en batalla eran imparables, no sentían miedo, ni dolor, ni dejaban de pelear hasta que los incineraban o los degollaban.

Agrathab bailaba y se bañaba en sangre. Era casi hermoso verla destazar a los soldados de la Alianza, sus suaves vueltas y elegantes movimientos estaban adornados por el filo de sus dagas, su cabello se teñía rojo y a su armadura se intentaban aferrar los moribundos en un último intento de hacer daño, o de admirar su sin par belleza. Pero la expresión en su rostro era de odio y desdén, era como la falla que esta obra de arte necesitaba para seguir siendo humana.

Davath blandía su ira como su mejor arma, lanzando tormentas de fuego sobre el ejército enemigo. Tras un momento para acumular energía, Davath levantó una ola de cadáveres, la cual aplastaba a los soldados de la Alianza y los añadía a la monstruosa masa. Partes de la ola se separaban y salían disparadas contra los soldados enemigos, encendiéndose en llamas y explotando, despidiendo fuego, sangre y hueso.

Kerath masacraba a sus oponentes. Su espada era blandida con precisión y velocidad, hiriendo de muerte a sus enemigos, cortando extremidades y cabezas, derramando entrañas por el suelo, bañando la tierra con sangre. Sus hechizos descarnaban a sus oponentes entre gritos de agonía, sus estacas de hueso perforaban a los soldados con impunidad, bolas de energía que brotaban de su mano transformaban las armaduras de los soldados en óxido y a los soldados en momias polvosas, llamas oscuras calcinaban al enemigo y se esparcían por el ejército como una cadena de muerte. Pero todo esto lo hacía con un propósito. Las sombras alrededor de él absorbían la sangre de sus enemigos muertos y brotaban en chorros por sus manos, creando patrones y signos el suelo.
Poco sabían sus enemigos que en estos trazos yacía la condena de Belmar.


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3 Comments:

Blogger María Buendía said...

Debo confesar que llevaba días vigilando este blog y no encontraba esa nueva crónica que deleitar, también debo confesar que antes de suceder, en un encuentro casual con El Autor; entendí un poco más de la magia de esta historia, y digo “poco” porque es lo esencial de esta historia… ¡sorprender! …y creo que la última confesión es que ya tengo un favorito… Kerath; cuya fuerza interna me ha puesto a pensar mientras camino por la calle, está mal contagiarme?? ...

pero si pudiese elegir: Quiero ser mujer OSO!!!!

23/4/08 10:58 p.m.  
Blogger Deino said...

Se ha ganado un seguidor, mi buen hombre. Me tomare mi tiempo para leerlo todo y esperare lo siguiente.

25/4/08 10:24 p.m.  
Blogger Unknown said...

Me pasó como cuando veo series de TV en internet que todavía no terminan pero los capítulos disponibles en internet ya se me terminaron y me dejan con la duda de que es lo que va a pasar, QUE VA A PASAR!!! AAARGH! Escribe!!!
n_n /

10/5/09 11:55 p.m.  

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