jueves, octubre 05, 2006

Lucio

La gran puerta de piedra negra que servía de entrada fue abierta lentamente, el polvo y el óxido de sus enormes bisagras cedían ante la magia arcana que las empujaba. Un hombre se encontraba en la entrada, por su rostro escurrían gruesas gotas de sudor, los sellos mágicos de este templo habían probado ser un reto, incluso para él. Lucio entró cautelosamente, desenrrollando el pergamino que le confería el poder de ver en la oscuridad, un denso olor a humedad penetraba sus fosas nasales. La primera estancia era pequeña y austera, dos lineas de runas recorrían cada una de las paredes, hechas de la misma extraña piedra que la puerta. Al final de aquel salón se encontraba un escalera espiral, la cual Lucio bajó con cautela, pues con el tiempo había aprendido los tipos de horrores y maleficios que guardan los tesoros de los templos. Decendió largo rato por aquella escalera hasta salir a una enorme estancia subterranea, cuyas paredes estaban enteramente cubiertas por runas. Los magestusos pilares que se levantaban en ordenadas filas sostenían un impresionante techo ornamentado, también cubierto por runas, del cual caían una gran cantidad de lámparas colgantes, todas intactas, pero apagadas. La oscuridad era tan profunda en aquella estancia que ni siquiera su hechizo de visión nocturna podía romperla. Lucio avanzó decididamente hacia la oscuridad hasta que el murmullo de pequeñas patas se hizo presente. Insectos, miles de ellos, escurrían ponzoñosos por las paredes hacia Lucio. Pacientemente Lucio esperó a que los insectos se acercaran, después de todo lo que había vivido esto no era más que una pequeña inconveniencia. Antes de que el primero pudiera tocarlo una enorme llamarada cubrió su cuerpo, liberando su furia en contra de toda alimaña que se acercara demasiado. En medio de ese infierno ardiente, sin previo aviso, todos los insectos explotaron, liberando un gas amarillento que sofocó lentamente las llamas alrededor de Lucio, quien comenzaba a ahogarse con el gas. Tosiendo pesadamente Lucio recorría su repertorio de hechizos y pergaminos, buscando algo que lo ayudara a sobrevivir, pero su mente se nublaba rápidamente.
Sucumbiendo a los efectos del gas Lucio perdió el conocimiento.

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1 Comments:

Blogger Mondblume said...

¿Y Lucio soñó?

13/10/06 7:07 p.m.  

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